Muchas veces se piensa que para hablar de filosofía de educación hay que haber estudiar autores que pocos entienden, con metodologías y teorías complejas que requieren un notable ejercicio intelectual para ser entendidas… y ya no digamos aplicadas. Otras veces se piensa que para hablar de filosofía de la educación basta con poner un letrero bonito en la pared que diga “filosofía educativa” y enuncie la filosofía educativa de la escuela correspondiente.
En toda mi vida jamás he visto un solo maestro exponiendo su propia filosofía educativa en la pared del salón para que el estudiante pueda leerla, o incluso discutirla si quisiera (eso me llamaría mucho la atención… pero es posible). Jamás he escuchado a un solo maestro explicar el primer día de clase su “filosofía educativa” a sus estudiantes (supongo que al explicarle esto a estudiantes de nivel elemental, como es mi caso, habría que digerir un poco la palabra “filosofía” para que entiendan lo que la maestra está diciendo).
El próximo lunes, 31 de enero, comienzo a ser maestra de refuerzo de la materia de inglés a estudiantes de escuela elemental de una escuela pública. Entiéndase: no seré maestra del Departamento de Educación en propiedad, solo daré clases de refuerzo en horario extracurricular. Esta vez Jesús Caridad me ha pedido que me prepare para reaunudar funciones profesionales docentes profundizando juntos nuestra filosofía educativa y como ha de ser la filosofía educativa católica.
Se podrán preguntar porqué profundizamos este tema si voy a ser maestra de un sistema de educación público (entiéndase: no es religioso). Una maestra no deja de ser maestra católica incluso cuando trabaja en sistema público de enseñanza. Incluso sin mencionar la palabra “Dios”, somos llamados a hacer visible Su Amor al hacer un trabajo de excelencia y al hacer posible que cada estudiante pueda convertirse en la mejor persona que pueda ser. Además, esto también significa que incluso en un sistema público de enseñanza no se puede forzar a un maestro católico a enseñar lo que contradiga su fe. Por ejemplo: si se me pidiera aplicar ideología de género en mis clases (en Puerto Rico lo llaman “perspectiva de género”, pero es ideología tóxica mezclada con la buena intención de enseñar equidad de género. Lo segundo está bien; lo primero no) aplicaría inmediatamente objeción de conciencia e informaría a la directora que por razones de conciencia no puedo enseñar eso en mis clases. Menciono esto expresamente no solo porque se me ha intentado imponer la ideología de género implícitamente en otros ambientes profesionales, sino también porque es algo que se discute muy poco. Quiero decir: está muy claro que a un doctor que se opone a hacer un aborto le aplica el principio de objeción de conciencia, pero no se tiene tan claro que un maestro tiene exactamente el mismo derecho a no ser forzado a enseñar lo que contradiga sus valores cristianos, ni tampoco puede ser forzado a enseñar de tal forma que se le fuerce a contradecir sus valores cristianos al enseñar (eso también me ha pasado). No se deja de ser cristiano en el trabajo, ni en ninguna parte. Un cristiano no tiene porqué imponer su fe a nadie (sí, eso también tiene que quedar claro: el proselitismo está mal, venga de donde venga), pero tampoco tiene porqué ser forzado a contradecir sus valores cristianos como parte de su quehacer profesional.
No, no se deja de ser maestro católico al enseñar en una escuela del sistema público, por eso nos corresponde profundizar también que ha de ser la educación católica en este escritoqzs. Además, es importante que todo maestro tenga clara su filosofía educativa en su quehacer docente: esta es la educación en la que creo, esto es lo que afirmo, este es mi estilo de enseñanza… etc.
Si piensan que con “filosofía de educación” me refiero a algo académico, se equivocan. No tengo nada en contra de la filosofía académica, la he estudiado y es fascinante… pero lo que me apasiona es la filosofía viva, la filosofía de luz capaz de permearlo todo con crecimiento en comunión. Que quede claro: personalmente no creo en el desk philosophical research, encumbrando propuestas filosóficas que son meramente intelectuales… para hacer buena filosofía hay que saber pensar, hay que saber como han pensado otros para así pensar mejor… y hay que aplicar lo pensado en el contexto social que mejor sirva al bien común desde la perspectica filosófica que se profundice, en este caso, filosofía de la educación. O sea: para hacer una buena filosofía de la educación puede hacerse un doctorado con toda la parafernalia del academic research y eso estaría muy bien, pero si esa filosofía no puede aplicarse en un salón de clase y hacer un bien concreto a la sociedad, si el desarrollo académico de esa filosofía no incluye un internship en una escuela donde se ponga a prueba esa filosofía y se haga vida como un servicio concreto a una comunidad escolar concreta… no hay fillosofía de la educación ahí, eso es solo teoría de la educación. La verdadera filosofía no es abstracción intelectual: es creatividad intelectual al servicio del bien común de la sociedad y de la humanidad.
A lo largo de mi vida le he dicho a contadas personas que al momento de intentar hacer un doctorado en filosofía lo que pretendía era hacer una tesis desarrollando una filosofía de la educación… No completé el grado… pero el tema nunca ha dejado de apasionarme. Heme aquí, más de una década después de lo que acabo de relatar… compartiendo lo desarrollado con Jesús Caridad acerca de filosofía educativa desde el contexto de qué debe ser la educación católica, como ha de ser el assessment integractivo y la función que compete a un maestro integractivo… Que quede claro: no pretendo presentar una metodología de enseñanza sistémica, eso es algo extrenadamente complejo que no me siento preparada para hacer. Aunque sí que tengo mi propia metodología didáctica (integración, acción, realización, proyección), desarrollar una metodología educativa requiere de un sólido evidence-based research, y no tengo en mi haber años de experiencia docente para sustentar con evidencia esa metodología de didactic formation. Para que se entienda lo que quiero decir: una metodología educativa es lo que hizo María Montessori (¡que gran aportación hizo a la humanidad con su metodología!), y eso no es lo que pretendo exponer aquí. Mi énfasis en la filosofía educativa, que por así decirlo es el “marco” [frame] de la metodología educativa que corresponda aplicar, que puede variar MUCHÍSIMO de maestro en maestro, o incluso de un sistema educativo a otro. Solo hablaré de metodología educativa al hablar de mi estilo de enseñanza.
Para que se entienda el contexto en que estoy escribiendo lo que escribo: las circunstancias me impiden el siquiera poder usar una computadora para escribir (mi único sistema de intellectual development para escribir esto es el note app del iPhone, que ni siquiera tiene word search para corroborar el hilo de las ideas que se van desarrollando) y además para hacer el boceto de ideas que voy a desarrollar tuve que hacerlo con una peluda en brazos porque ella quiso jugar justo en el momento en que yo comencé a ordenar en papel lo que me corresponde escribir. O sea: créanme, mi estilo de filosofía educativa dista mucho de ser una filosofía escrita en un escritorio impecable, con buenas computadoras y herramientas de desarrollo intelectual, rodeada de buenos libros. Ya dije: jamás he escuchado a un solo maestro o profesor discutir expresamente su filosofía educativa al comenzar a dar clases, así que tampoco tengo con quien compartir y contrastar lo que voy desarrollando. Nada de todo eso que acabo de mencionar es accesible para esta servidora… y la verdad es que para la inmensa mayoría de maestros tampoco lo es. Todavía no he conocido una sola escuela que tenga fondos de professional development library para que los maestros puedan mandar a pedir al menos un libro de professional development para leer de acuerdo a sus intereses y así seguir puliendo su capacidad docente y de paso aumentando la biblioteca de formación profesional de la escuela (el libro que mande a pedir cada maestro se quedaría en la biblioteca de desarrollo profesional de la escuela al acabar de usarlo). De hecho, pienso que debería de haber servicios de suscripción a ebooks de professional development que estén enfocados expresamente en maestros (por ejemplo: que un sistema de educación pueda pagar una licencia de uso para que todos sus maestros puedan acceder a cierto número de libros de professional development, seleccionados específicamente para el professional development de maestros, accediendo a esos libros en un app como el Kindle), pero eso tampoco existe. O sea: lo de libros de referencia de desarrollo profesional docente es algo inexistente en la vida real, aunque yo sí que he buscado por mi cuenta ese tipo de recursos en su momento y cuando he podido hacerlo he gastado lo que he gastado con gusto. No, en estos momentos no tengo esos recursos. Lo que estoy plasmando al compartir lo que comparto en este escrito son palabras escritas con tinta viva, es filosofía de luz escrita desde el corazón abierto a la gracia y a la vida que crece en comunión.
Así pues, compartiré mi filosofía educativa con toda sencillez, contestando con ayuda de Jesús Caridad algunas preguntas simples.
Comencemos.
¿Qué es educar?
Educar ha de ser aprender a crecer juntos en comunión como la luz única que somos llamados a ser, siendo la mejor persona que podamos ser y creando juntos una sociedad luz donde todos crezcamos como hermanos. El fin de la educación es formar ciudadanos de bien y personas de excelencia, haciendo posible una sociedad luz donde todos crezcan plenamente en más y más comunión, enseñando a pensar, enseñando a crear y enseñando a formar.
Todo educar ha de tener los siguientes pilares:
- Una filosofía educativa (fundamentos educativos, person affirming principles, lo que afirmamos como educadores). Esta filosofía es systematically based.
- Una metodología educativa (praxis educativa, excellence orientation, lo que hacemos como educadores). Esta metodología es evidence-based.
- Un modelo de formación personal (identidad educativa, growth centered approach, lo que nos identifica como educadores). Este modelo es growth-based. Si bien es una triste realidad que no todos los estudiantes quieren aprender, la verdad es que todo estudiante quiere crecer, y por eso es tan importante el growth-based learning: el crecer es algo muy natural y muy propio de todo niño y adolescente. Necesitamos una educación que forme personas, además de impartir las competencias académicas correspondientes (educative methodology) y de hacerlo sistemáticamente (educative philosophy).
¿Qué es educación católica?
Por supuesto, a la educación católica le aplica todo lo que mencioné al hablar de qué es educar… pero la identidad de la educación católica es muy clara en la mirada de Jesús Caridad: la educación católica está llamada a formar santos, haciendo posible que cada estudiante resplandezca como la estrella del Cielo que es llamado a ser, como la mejor persona que pueda ser, como el santo que es llamado a ser. Un sistema de educación público o laico al tratar el modelo de formación personal lo hace desde el crecimiento en comunión propio de todo ser humano, aplicando valores humanos y cívicos universales, propios de toda sociedad luz. Un sistema de educación católica, además de eso, también forma con valores cristianos, plasmando toda la formación personal a imagen y semejanza de la Trinidad de tal forma que al crecer juntos en comunión nos convirtamos juntos como comunidad educativa en la civilización del Amor que somos llamados a ser, encendiendo juntos al mundo en más y más nueva vida que resplandece en comunión al convertirnos en los santos que somos llamados a ser.
¿Como se forma a santos? Sí, hay que aplicar conocimiento humano y enseñar a cultivar virtudes… pero para formar santos en primer lugar se ha de educar enseñando a tener en todo momento una relación personal, cotidiana, de corazón a Corazón, con un Dios que es Amor, haciendo posible que ese estudiante conozca ese Amor tan grande de Dios para que así pueda responder a ese gran Amor y aprender a seguir Su llamada a la santidad… Esto es muy evidente y simple: nadie ama lo que no conoce, nadie ama a quien no conoce, y Dios Amor desea ser conocido, pero necesita de nuestras manos, de nuestro obrar, de nuestra formación personal como maestros y educadores, para que esos estudiantes puedan conocerle como Dios Amor vivo y encarnado, tanto en la Palabra como en las personas que les ayudan a crecer tal cual Él les llama a crecer… Esto tiene que quedar clarísimo: si un estudiante estuvo toda su vida en un sistema de educación católica, tuvo buenísimas notas y fue capaz de culminar una carrera universitaria con la mejor nota tras graduarse de la escuela católica… pero ese estudiante no aprendió a tener una relación personal con Dios Amor… la escuela fracasó. Es un problema gravísimo: estudiantes de escuelas católicas que tras pasar toda su vida en educación “católica”, retiros y misas incluídas, sencillamente no aprendieron a tener una relación viva con Jesús y hasta salieron de la escuela odiando la religión católica. Eso sucede cuando en la escuela no hay formación espiritual que abarque toda la persona, cuando la “educación católica” se limita a una clase de “religión” para la cual tienen que hacer exámenes, sin que interese integrar la vida espiritual y contemplativa, la justicia social propia del Evangelio encarnado… Realmente en una escuela católica no debe haber meramente clade de “religión”. Sí, aprender información acerca de la fe es importante… pero no es lo único que debe abarcar una clase de “religión”. Realmente no se debe enseñar una clase solo de “religión”… sino que debe haber todo un currículo integrado de Crecimiento en la Fe. Ese es el nombre de la clase, propiamente hablado: Crecimiento en la Fe (Faith Growing). Ha de ser una clase que no se limite a enseñar religión, sino que de ha de enseñar a vivir la fe. Al padre que elija una escuela católica solo por lo académico, negándose a que su hijo viva la fe, se equivocó de opción educativa. Esto no significa que no pueda haber estudiantes de otras religiones, incluso no cristianas, en una escuela católica. Con esos estudiantes concretos en la clase de Crecimiento en la Fe puede haber arreglos, evaluando a esos estudiantes aplicando los puntos en común entre ambas denominaciones (católica/cristiana) o ambas religiones (católica/la religión del estudiante) aplicables, evitando en todo momento todo tipo de proselitismo. Lo que quiero decir es: para hacer posible una educación católica que forme santos y personas de bien todo comienza con aprender a tener una relación personal con Dios Amor. Si eso falta en un sistema de educación católica… pues no es educación católica en lo absoluto. Hemos de ser maestros católicos que forman como Él forma, como Él nos enseña a forma, formándonos juntos como los santos que Él nos llama a ser, plasmando toda la formación personal a imagen y semejanza de la Trinidad.
Un maestro católico ha de tener una auténtica pasión por vivir el Evangelio en todas sus dimensiones, también la social, afirmando la dignidad de todos sus estudiantes y enseñando a hacer posible una sociedad donde se afirme la dignidad que Dios Amor da a absolutamente todos, desde la concepción hasta la muerte natural, enseñando a honrar todos los derechos humanos de todos… La educación católica no solo tiene una grave responsabilidad de crear santos: también tiene una grave responsabilidad social, ha de educar para la paz, para la fraternidad, para la equidad, para la solidaridad… Todo eso comienza desde aprender a afirmar la dignidad de la persona incondicionalmente. La pasión por afirmar la dignidad de la persona es también algo que distingue a la educación católica, sencillamente porque Jesús es así, así que también un maestro católico ha de ser así.
Un maestro católico ha de tener una auténtica pasión por hacer posible el mejor crecimiento posible de todos sus estudiantes, ayudando a ser, ayudando a hacer, ayudando a crecer y ayudando a irradiar como Jesús Caridad mismo lo hace… Un maestro católico ha de tener pasión por enseñar la fe encarnándola, por dar a conocer a Dios Amor siendo él mismo como Jesús Caridad es, plasmándolo como obra viva en toda su formación personal, de tal forma que sus estudiantes conozcan a Dios Amor en su obrar… Un maestro católico ha de tener pasión por enseñar a sus estudiantes a vivir una vida ordenada al Amor, una vida colmada de plenitud, de alegría y de sentido, una vida colmada de sueños grandes, tal cual Jesús Caridad nos enseña a soñar…
Sobre todo, la educación católica ha de afirmar a la persona tal cual Jesús Caridad la afirma: como llamada a ser una luz que nadie más irradiará, lo que es tanto una gracia como una responsabilidad… Cada estudiante ha de entender que es responsable de la persona en quien se está convirtiendo, es responsable de la obra viva que plasma en su formación personal, es responsable de responder con todas sus consecuencias a la llamada de Dios Amor de convertirse en la luz que es llamado a ser, es responsable de convertirse en el ciudadano de bien que es llamado a ser para construir más y más reino de Dios…
Es así como un maestro católico hace crecer el reino de Dios: ayudando a sus estudiantes a crecer resplandeciendo en más y más comunión, ayudándoles a convertirse en la obra viva de Amor que son llamados a ser al aprender a ser responsables de sí mismos, a ser más y más dueños de sí mismos para así poder convertirse en el don que don llamados a ser con la libertad propia de los hijos de Dios: aprender a elegir en todo momento hacer la voluntad de Dios Amor. Un maestro católico ha de mostrar a sus estudiantes, en primer lugar con el ejemplo, que somos capaces de elegir en todo momento en quienes nos convertimos, y que somos llamados a elegir en todo momento conforme a la voluntad de Dios Amor para nuestras vidas, formando con más y más profundidad la conciencia para así discernir mejor Su voluntad, con ayuda de la gracia, haciendo vida la primacía del Amor, encarnando más y más el mandatum novum. Los estudiantes necesitan saber que no son “producto de las circunstancias”, sean cuales sean que sean, sino que son responsables de responder a la llamada de Dios Amor a la santidad, cada cual de una forma única, pues no hay dos respuestas iguales a Dios Amor, cada respuesta a la santidad se concreta de forma única, como una historia de Amor única que nadie más podrá escribir.
Un maestro católico no solamente tendrá pasión por enseñar virtudes humanas y cívicas que pueden y deben aprenderse en toda escuela: también ha de tener pasión por enseñar de virtudes cristianas y de valores cristianos, enseñando a dar más y más a luz a la Palabra como algo cotidiano del día a día. Muy en particular se ha de enseñar acerca de la misericordia fomentando las obras de misericordia en el día a día cotidiano, pued una de las cosas que más ha de caracterizar a un cristiando es vivir la misericordia.
La educación católica ha de tener una profunda pasión por hacer posible el crecimiento más pleno posible de todos los estudiantes en orden a vivir la caridad construyendo una sociedad más fraterna, humana, colmada de luz, esperanza, solidaridad y paz… y esto ha de hacese con todas las consecuencias que esto conlleva. Se ha de profundizar un modelo de formación personal que haga posible una educación que abarque a toda la persona, afirmando la dignidad de todos… y esto conlleva esfuerzos intelectuales, creativos, pastorales, teológicos… que corresponde hacer como Iglesia que es comunidad de crecimiento en comunión. Esa “pasión personal”, esa pasión por la persona, es algo que claramente distingue el estilo didáctico de Jesús Caridad y que debe ser parte del estilo de todo maestro católico.
Un maestro católico ha de tener una auténtica pasión por trabajar sirviendo a Dios, haciendo lo mejor cara a Él, y también por servir al bien común, haciendo el mejor trabajo posible también cara a la sociedad que es llamado a irradiar la luz del Amor de Dios vivo y encarnado. Que quede claro: no hay forma de enseñar fe católica si no es viviéndola. La primera forma de enseñar de un maestro católico ha de ser viviendo lo que enseña. Así es como lo hace Jesús, así que también ha de ser como lo hagamos nosotros, fomentando el espíritu de misión apostólica: la educación católica no solamente es un trabajo profesional, también es un ministerio, un maestro católico es communion growth minister (ministro de crecimiento en comunión). Un maestro que no esté dispuesto a vivir la fe y a hacer vida las enseñanzas de la Iglesia íntegramente no debe enseñar en una escuela católica. Así de simple. Cuando se contrate maestros que sean ateos, de otras denominaciones cristianas o de otras religiones, se les ha de solicitar como parte del contrato el no contradecir enseñanzas de la Iglesia Católica, respetando su libertad religiosa en todo momento (no se les va a brindar formación espiritual, propia de ministros, a esos maestros). Cuando se contrate a maestros o personal educativo que sean católicos también de ha de aplicar la misma cláusula, pero además se les ha de solicitar asistencia a formación cristiana brindada por la escuela o sistema educativo, impartida dentro de sus horas laborables, porque no se puede enseñar lo que no se conoce, para vivir la fe católica y para aprender a ser ministro de crecimiento en comunión hay que recibir formación. Maestros ateos, de otras denominaciones cristianas y de otras religiones deben tener otro tipo de formación, formación fundamental, solo en fundamentos de fe católica (sin que haya formación espiritual alguna, puesto que no se puede forzar a vivir la fe, Jesús jamás pediría algo así), sencillamente para que sepan responder preguntas de estudiantes y entiendan como funciona la educación católica que se imparte en la escuela… y eso también ha de ser parte del contrato, siempre brindada dentro de horario laborable. Una persona que no esté dispuesta a cumplir con esa cláusulas contractuales no puede enseñar en una escuela católica, punto.
Los padres también son parte fundamental de una escuela católica. La educación católica también se ha de distinguir por afirmar la familia según el plan de Dios, no solamente brindando a los estudiantes toda la formación necesaria para formar una familia y crear hogar según Su plan de acuerdo a la vocación que reciba cada cual —que quede claro: quien recibe una vocación religiosa también forma familia, pero de una forma distinta, también muy bella e incluso de forma más perfecta, porque se le concede seguir el estilo evangélico de Jesús con más profundidad— sino también brindando formación a los padres para hacer posible que puedan crecer juntos en comunión como la familia luz que son llamados a ser. Para los estudiantes se ha de integrar explícitamente enseñanza en matrimonio y familia… y para los padres se ha de dar formación diversa que fomente la creación de hogares luminosos, donde puedan crecer juntos felices, plenos y santos, resplandeciendo juntos en comunión.
No sé si notan que esta noción de educación católica no se limita a capacitación académica. Sí, por supuesto, en toda escuela las competencias académicas son medulares… pero en una escuela católica la formación personal que se imparta es tan importante como las competencias académicas. De la misma forma, han de formentarse proyectos creativos y culturales que apliquen esas competencias y esa formación al servicio de la sociedad de forma concreta, pues solo se puede aprender a vivir el Amor de Dios amando al hermano en lo concreto. La responsabilidad de la educación católica de formar almas es grave. Educación católica sin formación no es educación católica.
Finalmente… se ha de hacer un esfuerzo explícito y adrede por hacer posible una educación católica accesible a todo aquel interesado en recibirla, pues esto también es vivir la justicia social y vivir la fraternidad y la caridad. Toda escuela católica ha de tener disponible cierto número de becas para estudiantes de bajos ingresos cuyos padres no puedan permitirse pagar la matrícula, pero demuestren ser padres de fe interesados en que sus hijos reciban educación católica de acuerdo a sus valores. También ha de haber cierto número de becas para estudiantes con circunstancias excepcionales (para padres que pierdan el empleo cuando ya el año académico comenzó, haciendo posible que los hijos puedan acabar el semestre, para estudiantes con diversidad funcional que claramente se beneficiarán del estilo educativo de la escuela pero sus padres no pueden permitirse pagar el costo, para hijos de madres solteras que eligieron la vida y necesiten apoyo para seguir adelante con su sí a la vida, para hijos de madres víctimas de violencia doméstica…). También ha de haber descuentos progresivos para hermanos hasta el tercer hermano (25% de descuento el segundo hermano, 50% el tercero); a partir del cuarto hermano en adelante el costo será gratuito, fomentando así el vivir la enseñanza de la Iglesia en materia de apertura matrimonial a la vida. Además, si la admisión a la escuela se hiciera por sorteo debido a la alta demanda de solicitudes de admisión, se garantizará también admisión a los hermanos, y también se garantizará la admisión al preescolar de hermanos mayores ya admitidos en la escuela, fomentando así la unidad familiar. Estos son algunos aspectos prácticos concretos que implica aplicar las enseñanzas de la Iglesia a la educación escolar… En la educación católica las enseñanzas de la Iglesia no son mera letra: son vida. Se han de aplicar en lo práctico en todos los aspectos posibles, no solo en el proceso de admisión de los estudiantes, sino en todo detalle práctico del devenir de la escuela, incluyendo pagar un salario digno a los empleados, pagar maternity y paternity leave cuando aplique (incluso si la ley no requiriera pagar este family leave, pagar esto es parte de aplicar la enseñanza de apertura a la vida conforme a las enseñans de la Iglesia) y tomar todas las medidas oportunas para fomentar una sana conciliación profesional y de vida familiar en todo el personal, no meramente limitándose a cumplir con las leyes aplicables sino haciendo posible que todos puedan crecer en comunión.
En definiriva, educar católicamente ha de ser una apasionante obra de Amor en constante plasmación, una enseñanza que no es mero currículo, sino que es también creatividad viva y formación viva conforme a la Palabra y a las enseñanzas de la Iglesia.
¿Cual es mi filosofía educativa?
Mi filosofía educativa puede resumirse en una frase: learning by growing together in communion. Es una filosofía educativa integractiva: integra en comunión, actúa en comunión, realiza en comunión y proyecta en comunión. Esta filosofía integractiva tiene cinco principios fundamentales:
Ayudar a ser: integrar a toda la persona al educar.
Ayudar a hacer: actuar según las competencias académicas correspondientes, acorde al nivel y estilo de aprendizaje propio del estudiante.
Ayudar a crecer: realizar plenamente al estudiante al educar, haciendo posible el pleno desarrollo de todos sus talentos y aptitutes, aplicando sus intereses y concretando como realizar sus sueños concretando en clase metas y objetivos acordes a esos sueños y como lo que se aprende en clase no es algo abstracto sino un paso más para realizar esos sueños.
Ayudar a irradiar: proyectar juntos el aprendizaje como parte de un proyecto de vida: el estudiante no ha de aprender solo para una nota, sino para la vida, para ser una persona feliz y lo más plena posible, irradiando toda la luz que pueda irradiar, siempre aspirando a convertirse en la mejor persona que pueda ser.
Resplandeciendo juntos en comunión: al ayudar a ser, al ayudar a hacer, al ayudar a crecer y al ayudar a irradiar se ha de tomar en cuenta el contexto social y comunitario, como somos llamados a ser, hacer, crecer e irradiar resplandeciendo juntos en comunión, haciendo posible una sociedad luz donde todos resplandecen como hermanos, donde hay paz y esperanza, donde se resplandece la luz porque se honran todos los derechos humanos de todos y la dignidad de todos, incondicionalmente.
¿Cuál es mi concepción del assessment?
El assessment debe abarcar tres aspectos esenciales:
Competencia intelectual: esta es por así decirlo la dirección vertical de la evaluación (what are you adquiring?)
Creatividad: esta es por así decirlo la dirección horizontal del asssement. Sin creatividad el aprendizaje no asciende, se queda en línea recta. El what es importante, el how también: how you create while you develop your intelllectual competences? El proceso del what también es importante y también ha ser parte del assessment.
Formación personal: esta es la dirección circular del assessment. No solamente importante el what y el how: por supuesto que también importa el who: who you are and who you are becoming? No se puede erradicar el aspecto personal del assessment educativo: si el what y el how no repercuten en el who, en que te vayas convirtiendo en la mejor persona que puedas ser, algo no funciona y hay que enmendarlo. No podemos educar abstractamente, hemos de afirmar a toda la persona en todo momento.
Reconozco que puede ser un reto integrar la creatividad en el assessment, pero puede ser posible.
¿Cómo es mi estilo didáctico y mi metodología educativa?
Creo en un estilo didáctico que no se enfoca primordialmente en objetivos y en “burocracia educativa”. El proceso de lesson planning y de cumplir con ciertos protocolos es importante y tiene que hacerse, pero eso no basta, más importante aún es el enfoque en hacer posible el mejor crecimiento de todos los estudiantes, incluso si eso implica buscar recursos por mi cuenta para hacer posible un growth-based learning en mi salón.
Otro aspecto que como maestra pienso que va por encima del “burocracia docente” es el dar lo mejor que pueda dar como maestra, cara a Dios, cara a mis estudiantes y cara a las autoridades competentes. Voy a dar un ejemplo concreto de esto: si la evidencia me demuestra que el lesson planning model que se me brinda de hecho no funciona… les aseguro que pasaré el trabajo de diseñar un lesson planing model propio que pueda ayudar a facilitar mejor el aprendizaje o que haga posible abarcar toda la formación personal al enseñar. A mi jefe le entrego el lesson plan que me pide; en el salón aplico el lesson plan que diseño yo, que coincidirá en los educative objectives del entregado a mi jefe, aunque no en el methodology. Nunca he encontrado un jefe con el que pueda discutir este tipo de temas abiertamente, cosa que no me molestaría hacer si tuviera un jefe con la suficiente visión para hacerlo, así que sencillamente cuando lo he hecho lo he hecho “under the radar” (básicamente mi jefa sabía lo que hacía y lo intentaba sabotear adrede, pero igual lo hacía, aunque pasara doble trabajo, solo por estar consciente de hacer el mejor trabajo posible).
Hay ciertas disciplinas en las que creo que se debe profundizar a la hora de mejorar el estilo didáctico. Por ejemplo: entender de neurociencia, funciones ejecutivas y memoria es fundamental a la hora de implementar técnicas didácticas creativas, porque la creatividad sin memoria no funciona, eso es una realidad evidente para cualquier maestro. También es importante entender de los diversos estilos de aprendizaje y ser muy consciente del propio estilo de aprendizaje de tal forma que al enseñar se pueda integrar todos los estilos de aprendizaje. Las humanidades también son importantes: el contexto humano nunca puede perderse en clase, incluso estudiando conjugaciones de verbos. La psicología también es importante, pues la afectividad y las emociones definitivamente juegan roles importantes en la dinámica del salón de clase. También la integración multisensorial y fomentar la perspectiva interdisciplinaria es importante, y para eso todas las ciencias integractivas son importantes.
Como maestra, no me interesa tanto inspirar respuestas… sino inspirar preguntas. Las respuestas que las busquen ellos, comencemos con las preguntas, que no son tan fáciles de encontrar. Saber preguntar es todo un arte para el cual no basta con aprender a pensar: hay que también aprender a crear y aprender a formar. Es así como aprendemos a crecer juntos en el salón: aprender a crear, aprender a pensar, aprender a formar… creciendo juntos en comunión. Sí, hermanos, todo buen maestro aprende todos los días de sus estudiantes, en un salón de clase que es un buen growth-environment aprendemos todos juntos. Esa es una de las pasiones docentes dominantes de esta servidora: crear ambientes de crecimiento pleno (no solamente de atención plena) donde todos puedan crecer en comunión. Creo que todo buen maestro, especialmente cuando se trata de un buen maestro católico, tiene un “growth compulsion” en su estilo didáctico: en todo va a encontrar una forma de crear crecimiento pleno en comunión.
Soy una firme creyente de la importancia de desarrollar un sano pensamiento crítico en mis estudiantes. Con “sano” quiero decir que se aprende a criticar ideas, no a personas, y criticando no por afán de oposición a algo (eso siempre es muy malo) sino por afán de buscar juntos la verdad. Es muy importante enseñar todas las perspectivas al enseñar. Aplicado, por ejemplo, a la perspectiva de género, supongamos que estás en una clase de historia contemporánea y tienes que enseñar como parte de una clase asignada por currículo el gender affirming movement (estoy dando este ejemplo porque es la única forma que se me ocurre de que la ideología de género sea parte legítima de una clase, no se trata algo impuesto por la administración sino que es parte de una lección de historia, tratando el gender ideology como un hecho histórico, algo que es muy objetivo). Bien: yo como maestra sí que voy a enseñar acerca del gender affirming movement, todos sus pros, todos sus exponentes más importantes y sus ideas más importantes, eso es parte de mis funciones docentes estipuladas como maestra de historia en ese lesson plan concreto… pero también te voy a enseñar las posturas contrarias a ese movimiento, porqué hace daño y porqué es tan importante el person affirming movement para plasmar sociedad luz donde todos resplandezcamos como hermanos. Eso segundo lo voy a enseñar incluso si el libro no lo dice (cosa que suele pasar…) porque hay que aprender a ser críticos. Por supuesto, como maestra no voy a imponer posturas a mis estudiantes, nunca lo he hecho y eso no va a cambiar porque no soy amiga de imponer: se discuten todas las posturas, se debate, se critica de forma respetuosa (siempre criticando a las ideas, no a las personas, sin tolerar ningún tipo de odio o discrimen)… y que cada cual asuma sus posturas desde sus propios criterios rectamente informados.
Creo que el acto de educar va unido a una fuerte responsabilidad ética: un maestro tiene el supremo deber de honrar incondicionalemnte la dignidad de sus estudiantes en todo momento y cada uno de esos estudiantes son personas sagradas, ante sus padres, ante la sociedad, y también ante Dios. Al educar no solo se forma a personas: se construye sociedad luz al hacer posible que ese estudiante irradie la luz que es llamado a irradiar al crecer hasta convertirse en la mejor persona que pueda ser. Un maestro que se atreva a atentar contra la dignidad de sus propios estudiantes, haciendo lo que sea que haga explícitamente para atentar contra el mejor crecimiento posible de cualquiera de sus estudiantes, manipulando, explotando, haciendo daño adrede… no merece el nombre de “maestro”. Un profesional docente (noten aue no uso la palabra “maestro”) que atenta contra la dignidad de sus propios estudiantes no debe estar en un aula. Para un maestro sus estudiantes son sagrados.
Como ya aludí antes, al planificar mis clases suelo seguir las fases “integración, acción, realización, proyección” como metodología educativa. La proyección no es planificación diaria sino que se hace como formative assessment. Jamás he tenido un ambiente profesional que me haya permitido perfeccionar y aplicar esta metodología como corresponde, pero nunca he dejado de aplicarla porque creo en una educación que ayuda a crecer en comunión, abarcando a toda la formación personal en todo momento.
Todo esto es, en resumen y dicho con palabras escritas desde el corazón compartido con Su Corazón, sin ninguna intención de ostentación o encumbramiento intelectual, mi filosofía educativa, una filosofía de luz, una filosofía para ayudar a crecer, una filosofía educativa para crecer juntos en comunión.
Elegí dejar para el final la parte más importante del arte de enseñar. Creo que esto aplica a todo maestro, pero por supuesto, esto ha de distinguir a todo maestro católico porque es el mismo Evangelio el que enseña que se sabrá que somos Sus discípulos por como nos amamos… Lo más importante de enseñar es amar a tus estudiantes. No hay vuelta de hoja a este principio docente básico: se enseñe lo que se enseñe, siempre se enseña amando. De hecho, enseñar al que no sabe es una obra de misericordia. Esto es muy importante tenerlo precente: no solo tenemos ante nosotros estudiantes a los cuales hemos de impartir el pan de la enseñanza, sino que son también seres humanos a los que hay que amar para ayudar a crecer conforme a su dignidad. Todo lo que sea hecho por un maestro no solo se hace por ganar un sueldo: se hace también por amor a sus estudiantes. Esto explica la altísima naturaleza vocacional de la profesión docente: a pesar de que la profesión de maestro es una de las peores pagadas —cosa que debe enmendarse—, especialmente considerando todo lo que un maestro invierte en trabajo hecho en horas no laborables y en la adquisición de recursos educativos… sigue habiendo jóvenes eligiendo la vocación docente como ruta profesional, sencillamente porque ser maestro no solo es una profesión: es una vocación de Amor. Para un maestro católico, esta vocación de Amor es también vocación ministerial, no solo magisterial, que concreta el mandatum novum irradiando Su crecimiento en comunión, haciendo crecer Su Reino al adorarle con todo el crecimiento, haciendo posible una sociedad en la que todos crezcan en comunión…
No solo se educa para impartir destrezas, para formar, para crear… también se educa por Amor. Heme aquí, eligiendo decir sí a esta vocación de Amor, a esta vocación de luz, una vez más, eligiendo irradiar la luz que me corresponde irradiar en medio de un gran huracán de violencia social, irradiando más y más la profunda paz de Su Corazón, paz que hace posible que todos resplandezcamos como hermanos al hacer resplandecer más y más Su nueva vida que resplandece en comunión…
Sí, hermanos, hay muchas formas de irradiar luz, hay muchas formas de concretar la vocación de luz que tiene todo ser humano, la llamada de cada cual a plasmar Patria Nueva, Iglesia Nueva, Humanidad nueva, sociedad luz donde todos crecen como hermanos… haciendo vida esa llamada de luz de una forma concreta, sea cual sea el trabajo que haga… en estos momentos, mi vocación de luz es enseñar profesionalmente, ayudando a crecer en comunión a los estudiantes que me corresponda enseñar. Más adelante, Dios Amor dirá.
Here we go to a new journey, a new growth adventure…
Let’s keep growing together in communion!