Caminando juntos como Él caminó: una teología de la luz

Caminando juntos como Él caminó: una teología de la luz

La luz es un elemento básico de nuestra existencia. Necesitamos luz para ver. Necesitamos luz para la vida, para que las plantas puedan tener fotosíntesis y la cadena alimenticia pueda comenzar. Necesitamos luz intelectual para conocer. Necesitamos luz para crecer y el mundo no sobreviviría sin mujeres que den a luz. Todo cuanto somos comenzó con una gran explosión de luz: el Big Bang, o sea, decir que somos polvo de estrellas, polvo de luz, no es una exageración. Además, la mismísima Biblia comienza con la luz: fiat lux.

La luz nos revela la visión de todo cuanto nos rodea y de todo cuanto somos. De la misma forma, una teología de la luz nos revela cuando Dios es encarnado, vivo, en la medida en que nos encontramos con Él todos los días y permitimos que Él sea visible a través de nuestra formación personal, encarnándole con todo cuanto somos, hacemos, crecemos, irradiamos y florecemos en familia, como hermanos y hermanas, creciendo juntos en comunión, a la usanza de la Trinidad. En la medida en que caminamos como Él camina, viviendo como Él nos llama a vivir, nos convertimos más y más en la obra viva de Amor que somos llamados a ser, en el ícono vivo del Amor de Dios que somos llamados a ser en virtud de nuestro bautismo.

Esta teología de la luz no nació entre teólogos de carrera, ni según cánones académicos. Esta es una teología viva, hecha día a día, pulso a pulso, caminando como Él caminó, amando como Él ama. De hecho, esta teología nació en medio de una horrenda persecución de odio a la fe, y en medio de horrendas torturas y violaciones de derechos humanos, atentando contra la Iglesia viva. Esta teología de la luz ha sido como un nuevo albor en medio de una gran oscuridad… y ese nuevo albor ahora es un amanecer que irradia más y más nueva vida que resplandece en comunión. Sí, somos llamados a ser luz del mundo en toda circunstancia, dejando que el Espíritu lo transforme todo, absolutamente todo, en irradiación de nueva vida en el Amor, en la medida en que nos convertimos en la Eucaristía viva que somos llamados a ser.

¿Como plasmamos esta teología de la luz? Irradiando luz tal cual somos llamados a hacerlo: haciendo familia humana, eclesial y civil según Su plan, creando hogar, Iglesia y humanidad que resplandecen en comunión en la medida en que plasman el ícono vivo de Su Amor que somos llamados a ser juntos, caminando juntos como Él caminó.  ¿Cómo plasmamos Su ícono vivo? Siendo Su ícono vivo como familia que sirve a Cristo Amor, que proclama con sencillez y pequeñez la alegría y el inmenso asombro del Amor de Dios, caminando juntos como Él camina, adorándole como Él desea ser adorado, con todo el crecimiento, consagrándonos a vivir la caridad hasta que todos puedan caminar como los hermanos y hermanas que somos llamados a ser, como la luz única que todos somos llamados a irradiar convirtiéndonos juntos la mejor persona que podamos ser, levantándonos y resplandeciendo juntos como nueva familia del nuevo albor, como estado del nuevo albor, como nueva nación del nuevo albor, consagrada a vivir la caridad, consagrada a crear una nueva era de nueva fraternidad donde todos puedan crecer y resplandecer y florecer de acuerdo a nuestra dignidad inalienable de hijos e hijas del Creador.

Este texto no se supone que sea una exposición académica de la teología de la luz. Tengo una mente demasiado pequeña y sencilla para eso. De hecho, intenté estudiar teología dos veces, y las dos veces fracasé y me metí en problemas. Una facultad era conservadora, y la otra liberal. En ninguna de las dos pude desarrollar la teología de la luz. Los palos me han caído tanto de derechas como de izquierdas.

Este texto se supone que sea un breve testimonio de como eta teología de la luz se encarna en todo lo más cotidiano de mi vida de tal forma que toda mi existencia se ha convertido en un Fiat Amot, en una historia viva de Amor: fiat mihi secundum caritatis Tuam. Soy Su princesa del Cielo, y cada paso que damos mientras caminamos juntos como Él camina es para construir Su Reino en esa tierra, el reino que Él nos llama a ser juntos, un Reino de Comunión, un Reino del Nuevo Albor, dejando atrás todo tipo de acaridad, de afraternidad, de colonización, de esclavitud, de odio, de violaciones de derechos… para caminar como hermanos iguales en dignidad y en nobleza de corazón, cada cual irradiando con su carisma la luz que es llamado a irradiar como las estrellas del Cielo que somos llamados a ser.

Este texto, en realidad, presenta la teología de la luz como un dar a luz a la Palabra concreto, dándole a luz como Jesús Caridad plasmado en nuestra formación personal de tal forma que también damos a luz al pueblo-familia del nuevo albor que somos llamados a ser.

Compartiré esta teología de la luz como filosofía de vida, presentando las respuestas a algunas preguntas de mi filosofía de vida, pues esas respuestas ya son testimonio de luz. Como dije, no pretendo hacer un texto académico, sino presentar la teología de la luz tal cual se ha encarnado en mi historia y en mi hoy a hoy cotidiano.

Comencemos con las preguntas.

¿Quién soy ahora y cuales son los factores más importantes para ser la persona que soy ahora?

Soy una princesa del Cielo, soy un ícono vivo del Amor de Dios vivo y encarnado que está en constante proceso de plasmación, en la medida en que correspondo más y más a la gracia, en la medida en que vivo más y más el carisma sacramental de mi bautismo que me hace capaz de amar como Él ama, capaz de plasmar en toda mi formación personal una imagen viva que hace visible el Amor de Dios vivo y encarnado. El factor más importante de la persona que soy en estos momentos es el encuentro cotidiano con Jesús Caridad: el contemplarme con Sus ojos, el dejarme abrazar por Él, el dejarme sanar por Él, el dejarme ayudar a levantar y resplandecer por Él, el dejarme renovar la mente por Él, el aprender de Él a caminar juntos como Él camina… Si tengo que resumir en un solo factor lo más importante para ser quien soy hoy, lo tengo claro: ese factor es el haberme encontrado y el seguirme encontrado con un Dios Amor vivo y encarnado que hace nuevas todas las cosas, todos los corazones y toda la historia, dejándome interpelar por Su Palabra, dejándome informar, conformar, transformar, reformar, performar por Él… Yo sé que esto va a sonar escandaloso, pero ni siquiera me planteo explícitamente dar testimonio del Amor de Dios. O sea: sé que soy llamada a dar ese testimonio, como luz irradiada con la vida… pero sencillamente vivo el Amor de Dios, y el testimonio sale solo, sin que yo lo planifique. La teología de la luz no se trata de fabricar una historia: se trata de dejar que Él cree la historia de Amor que somos llamados a vivir y en la medida en que la vivimos, damos el testimonio que somos llamados a dar al estilo de los primeros cristianos, dando ese testimonio en primer lugar de forma doméstica, con nuestra familia, pues es en la familia que la formación personal se plasma como el ícono vivo del Amor de Dios que somos llamados a ser. Al influencer que pretenda “controlar” la influencia de su testimonio cristiano, le advierto que al Espíritu Santo no se le puede controlar y realmente todo es obra Suya, nosotros somos Sus servidores, y nos basta vivir la historia de Amor que somos llamados a vivir para cambiar el mundo evangelizando como nos corresponde evangelizar: encarnando el Amor de Dios que nos ha tocado y al que hemos contemplado, que se ha dejado tocar y ver.

¿Te lo has preguntado alguna vez, estimado lector? ¿Te has preguntado si te has dejado encontrar por un Dios Amor vivo y encarnado, en la oración, en los sacramentos, en la Palabra, en la fraternidad, en el Magisterio, en la formación personal plasmada de tal forma que Él vive más y más en Ti? ¿Qué clase de fe es esa que no vive el encuentro con el Amado en lo cotidiano, que no se maravilla y se sorprende ante las gracias derramadas constantemente para que sea Cristo quien viva más y más en mí, parafraseando a San Pablo; para que sea Dios Amor quien viva más y más en mí, para que sea Dios Luz quien viva más y más en mí, parafraseando a San Juan?

En un mundo donde todo se planifica para tener target audiences, máximum expusure, máximum reach… sí, puede escandalizar saber que un evangelizer no es exactamente un influencer, sino que es alguien que se encuentra día a día con el Amor y al compartir ese encuentro con el Amor puede influenciar a otros con su luz… pero el fin no es influenciar, es dar a otros gratuitamente lo que gratuitamente se ha recibido, porque ese Amor es tan y tan grande que no deja de desbordar gracias que son para ser compartidas. Es la paradoja del Amor de Dios: mientras más te encuentras con Él, más lo das, y mientras más lo das, más te encuentras con Él.

¿Quién soy ahora? ¿Qué influencias han contribuido a la persona que soy hoy?

Ahora soy, según Su mirada, realeza del Nuevo Albor, princesa del Cielo, llamada a servir compartiendo el gran Amor que he recibido, de tal forma que todos se sientan incondicionalmente amados, de tal forma que en la medida en que hago posible una mejor comprensión de la persona a la luz de la Palabra hago posible una nueva sociedad de la persona, una nueva cultura de la persona, un nuevo continente de la persona, plasmando más y más teología de la luz viva. La teología de la luz propone que somos llamados a irradiar el Amor de Dios al convertir toda nuestra vida en una obra viva que encarna el Amor de Dios, plasmando a Cristo Amor en toda nuestra formación personal. Así pues, soy una “artista personal”, concibiendo la formación personal de tal forma que podamos plasmar a Cristo Amor en ella. En orden a hacer posible esta plasmación, concreté un modelo de formación personal integractivo con fundamento bíblico que vienen del Shemá Israel, pero están en el Evangelio, en Lc 10:27: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu ser (integración), con todo tu mente (acción), con todas tus fuerzas (realización) y con toda corazón (proyección), y a tu prójimo como a ti mismo (Conección)». El modelo integractivo de la formación personal tiene 5 procesos: integración, acción, realización, proyección y connección. He profundizado ese modelo de forma viva por años, y ahora me corresponde profundizarlo científica y teológicamente, porque para que haya teología de la luz es fundamental plasmar el modelo de formación personal que haga posible encarnar la Palabra como obra viva de Amor, como ícono vivo del Amor de Dios vivo y encarnado. Así pues, eso es lo que soy ahora: una plasmadora de la formación personal de tal forma que el mandatum novum se encarne en nuestras vidas haciendo familia humana, eclesial y civil según Su plan. Para llegar a esta nueva concepción de vida las personas más influyentes lo fueron Mikhael, al que conocí desde muy niña como mi ángel de la guarda, San José del Nuevo Albor, Nuestra Señora del Nuevo Albor, Jesús Caridad y mis peludos, todos ellos: Caramelo, Minnie, Princesa y Poppy. De hecho, Princesa en estos momentos, mientras escribo esto, está a mis pies, durmiendo plácidamente. La lealtad de todos estos peludos a lo largo de estos años me ha enseñado mucho de hacer familia en unidad a la Trinidad, junto al ejemplo de toda la Sagrada Familia del Nuevo Albor. Hemos de ser tan dóciles al Espíritu Santo, seguir fielmente al Maestro y confiar tanto en el Padre de la misma forma que Princesa está durmiendo a mis pies en estos momentos.

¿Cómo son los factores del amor y de la intimidad en mi vida?

Bueno, como podrán imaginar, no son los ordinarios. Tras toda una vida siendo abusada de todas las formas posibles por mis progenitores, ni siquiera tenía una idea de qué era intimidad y amor más allá de la que Mikhael me enseñó durante la infancia… hasta que Jesús Caridad llegó a mi vida y lo cambió todo. Esa gran necesidad de ser amada tal cual soy fue saciada hasta los bordes, incluso siendo pecadora de las grandes. Él también erradicó todo miedo a no ser capaz de amar o a ser incapaz de ser amada, porque me hizo conocerme tal cual soy ante Dios, no ante quienes me rodeaban. Todo el proceso de concepción de Jesús Caridad comenzó aún ignorando lo que han hecho mis progenitores a lo largo de mi vida. El comienzo de Jesús Caridad fue una profunda crisis de fe: ¿puedo ser católica y ser creativa? Al contemplarle en la Santísima Eucaristía expuesta comenzaron a contemplarse íconos que poco a poco tomaron la forma de un “Jesús Amor”, de un Jesús que sonríe y que extiende los brazos con una lámpara, re-escribiendo nuestra historia a la usanza del “Ven, Espíritu Santo, renueva la faz de la tierra” de Pentecostés. Sí, todo esto ha sido como un nuevo Pentecostés, un nuevo derramamiento de carismas y del fuego vivo de Su Amor. Ese es el significado de Amor para mí: dejarnos convertir por ese fuego vivo de Su Amor en la Eucaristía viva que somos llamados a ser, haciendo más y más vida Su consagración en más y más unidad de manos y de corazón, de ser y de acto y de palabras y de obrar a Su obrar. Me siento sacerdote, y profeta, y reina… y lo digo con toda la humildad de quien lo ha recibido todo del bautismo. No se trata de desafiar la enseñanza de la Iglesia católica respecto al sacerdocio: se trata de seguir el ejemplo de nuestra Señora del Nuevo Albor, que fue la primera en hacer vida Su consagración por potestad del Espíritu Santo, al formarle en su seno, al encarnar la Palabra de la misma forma que lo hace un sacerdote en la consagración. Ese es mi sacerdocio: el sacerdocio de hacer vida Su consagración al encarnar toda la formación personal como Eucaristía viva, de la misma forma que la Sagrada Familia del Nuevo Albor ayudó a ser, ayudó a hacer, ayudó a crecer, ayudó a irradiar y ayudó a florecer al Niño Amor como la Eucaristía viva que era llamado a ser, como el Cristo Amor que hace nuevas todas las cosas, todos los corazones y toda la historia. Esta llamada, por supuesto, es parte de mi vocación eclesial femenina a hacer más y más vida Mi maternidad sacramental formando a la Iglesia viva como el ícono vivo del Amor de Dios vivo y encarnado que es llamada a ser, haciendo progresivamente más y más vida Su alianza. Mi actitud ante lo masculino no es de competencia patriarcal, sino de complementareidad: somos llamados, juntos, a encarnar Su Eucaristía, el hombre desde el sostenimiento y la mujer desde la formación. La sexualidad es una comunión de personas con la que una pareja casada sacramentalmente encarna la Eucaristía al hacer vida la entrega de Su cuerpo y de Su sangre de la misma forma que la hace vida un sacerdote en el altar. Ambas entregas se hacen una si se contempla a la parroquia como familia de familias, con familias que sirven a familias de tal forma que todas puedan formarse y sostenerse como la iglesia doméstica que son llamados a ser, todos colmados y hasta borrachos del Amor de Dios. Sí, de los primeros discípulos decían que estaban borrachos cuando en realidad estaban desbordantemente llenos del Espíritu Santo. Es parte de mi misión como madre sacramental hacer posible que cada iglesia doméstica pueda vivir el amor y la sexualidad como una entrega que desborda este nuevo pentecostés de forma creativa y viva, viviendo con pasión el mandamiento del amor y el último mandato de Jesús:  “Ir al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación”… lo que en estos días puede leerse de otra forma: “Ve a tu familia y proclama el Evangelio a todos los hermanos… Ve a tu barrio y proclama el Evangelio a todos los hermanos…” Si cada cual hace eso, abarcaremos a toda la creación en menos tiempo que un ciclo lunar, contemplando juntos esa luna bella como la Eucaristía viva que somos llamados a encarnar consagrados a vivir la caridad en todo lo que hacemos, pues nos conoceremos como sus discípulos por como nos amamos, emprendiendo juntos el proyecto de evangelización familiar que somos llamados a emprender ayudando a ser, a hacer, a crecer, a irradiar y a florecer resplandeciendo juntos en más y más comunión.

¿Qué lugar ocupan la intimidad y la familia en mi vida?

Para la teología de la luz todo gira alrededor de plasmar la obra viva de Amor que somos llamados a plasmar de acuerdo al carisma recibido, y en mi caso, es un carisma doméstico: la alianza de la caridad vivida como una invitación a vivir la caridad en el día a día doméstico cotidiano. ¿Cómo soy llamada a vivir la caridad en este aquí y en este ahora, viviéndola en más y más correspondencia al Cielo? Esta pregunta es clave, porque si se trata de un carisma doméstico, es para hacer familia que cumple la Palabra, que sirve al Señor, y no podemos hacer familia que cumple la Palabra sin hacer familia centrada en la gracia que se le concede para vivir la caridad en toda circunstancia, también en el matrimonio y en la crianza de los frutos de la unión matrimonial. ¡El matrimonio hace fructificar la caridad de tantas formas bellas! No podemos negar la renovación que el Espíritu Santo está emprendiendo con esta consagración: hemos de dejar que el Espíritu se manifieste con todos los frutos que desee dar a la iglesia doméstica. Este es el tipo de matrimonio y familia con la que sueño: una en la que el Espíritu Santo fructifique, una donde cada cual, como don del Espíritu Santo, haga vida el carisma recibido para ayudar a ser, a hacer, a crecer, a irradiar y a florecer a imagen y semejanza de la Trinidad, dándole toda la gloria a Dios Amor. Para mí la intimidad es un regalo para regalar de la misma forma que Cristo se entrega a Su Iglesia: para dar nueva vida infundiéndole Su Espíritu Santo. Es curioso, porque se supone que alguien como yo tenga muchísimos problemas para entregar la intimidad, por el abuso que ha habido a mí alrededor y por la falta de ejemplo de como entregarla. No siento que eso vaya a ser un problema para mí llegado el momento, si es que encuentro la persona a la que Dios me llame a santificar como esposo… pero lo que sí creo que será un problema para mí será el tema de crianza, porque he aprendido tantos malos ejemplos que probablemente necesitaré mucha fuerza y gracia del Espíritu, además de ayuda profesional, para desaprender esos malos ejemplos y ser la madre que estoy llamada a ser. Mikhael ha sido muy claro en esto: no hay renovación imposible para el Espíritu Santo, si nos dejamos conducir por él, y no dudo que me será posible dejar todo vestigio del abuso en mí atrás y convertirme en la madre sacramental que soy llamada a ser.

Para la teología de la luz no te conviertes en el ícono vivo del Amor de Dios que eres llamada a ser de un día para otro. Realmente es un proceso que dura toda la vida, y para el cual recibiremos toda la ayuda del Espíritu Santo necesaria para emprenderla, aunque también hemos de procurar toda la ayuda profesional que sea necesaria cuando sea el caso. No hemos sido creados para crecer, resplandecer y florecer solos. Lo digo porque hay personas cristianas que piensan que solo con oración todo se resuelve. La teología de la luz no funciona así. De hecho, integra profesionales de todas las disciplinas integractivas: humanidades, ciencias sociales y humanidades. También aplica la biología y la medicina en la naturaleza orgánica. O sea: esta teología no es una teología “aislada” en las ciencias religiosas, sino que es interdisciplinaria por naturaleza, porque la formación personal es interdisciplinaria por naturaleza.

Hago esa salvedad para que se entienda: no está mal para un cristiano el pedir ayuda profesional para superar un escollo en su formación personal que le impide convertirse en el ícono vivo del Amor de Dios que es llamado a ser. Eso no resta fe a su oración: la enriquece.

Si bien necesitaré ayuda para superar los vestigios de toda una vida de abuso por parte de mis progenitores, no deja de ser todo un milagro que valore la vida familiar como la valoro: como un santuario del Amor de Dios, incondicionalmente abierto a la vida y a la gracia que viene del Espíritu. La vida doméstica, la vida familiar, ha de ser como una ofrenda agradable a Dios, como un altar doméstico donde todo se ofrece para gloria de Dios: ¡viva Cristo Amor! Toda la vida doméstica ha de ser Cristocéntrica: por Cristo, con Él y en Él. Como iglesia doméstica somos llamados a ser Iglesia viva, fiel a Cristo-cabeza. La mujer está llamada a hacer vida la entrega de la Iglesia a Jesús, y el varón está llamado a hacer vida la entrega de Jesús a la Iglesia. Juntos nos plasmamos como el ícono vivo del Amor de Dios que somos llamados a ser, transconsagrando toda la formación personal en Eucaristía viva desde el día a día cotidiano que encarna la caridad de Su Corazón.

¿Cuáles son mis pensamientos acerca de la muerte y el sentido de la vida?

La muerte no es el final. Somos llamados a la luz de la resurrección. De hecho, en la medida en que irradiamos en esta vida la luz que nos corresponde irradiar, convirtiéndonos progresivamente en la estrella del Cielo que somos llamados a ser, ya comenzamos a participar en la luz de la resurrección. Toda la vida nos prepara para ese encuentro definitivo faz a Faz con el Amor. En la tierra habrá personas que nos muestren, con más o menos perfección, la faz de Jesús… pero en la muerte lo encontraremos sin velo sacramental, tal cual es, y ese encuentro será el más maravilloso que hayamos podido imaginar. No hay que temerle a la muerte, ni al sufrimiento que pueda conllevar morir. Es sencillamente un paso a la vida a la que somos llamados: la vida eterna. Hemos sido creados para la eternidad, y a la eternidad del Amor somos llamados, todo nos conduce al Cielo que comenzamos a crear en esta vida al crear Eucaristía. Ese es el centro del sentido de la teología de la luz: ser Eucaristía viva, convertirnos en más y más icono vivo de Su Amor, llegando a ser las estrellas del Cielo que somos llamados a ser, la luz que somos llamados a ser para hacer más y más visible Su Amor al mundo. No hay nada que yo pueda valorar más que esta alianza de la caridad que me mueve, como compromiso vital, a convertirme más y más en la luz que soy llamada a ser en la medida en que me convierto en la pastora doméstica que soy llamada a ser para conducir al pueblo-familia que Él me encomiende a la plenitud, a la alegría, a la santidad.

Realmente yo misma no he tenido problemas extraordinarios en contemplar esta alianza de la caridad como sentido de mi existencia… el problema estriba en que los otros me dejen vivirla como me corresponde vivirla. De hecho, a los comienzos de la alianza de la caridad, la escondía, porque había personas que pensaban que imitaba su compromiso de fidelidad, cosa que era falsa, pero me hacía sentir fatal. En otras ocasiones, las más, ha habido personas que envidian un compromiso tan profundo y bello, e intentan sabotearlo de todas las formas que podían… Por supuesto, también ha habido “struggles” en aprender a hacer vida lo que la alianza de la caridad significa, sobre todo el tema de la castidad… pero ha sido Jesús mismo, a falta de otra persona, el que me ha enseñado a tener un puro corazón y encontrar el sentido de mi existencia en Él, en darle más y más a luz en mí. De hecho, uno de los sentidos de “teología de la luz” es el dar a LUZ a Dios Amor-con-nosotros. Si quiere verse de esa forma, la teología de la luz es eminentemente feminista. El haber dicho “fiat” a dar a luz a Jesús Caridad es el “turning point” más importante de mi vida: desde que vivo la vida para darle a luz, nada, absolutamente nada, es igual. Hasta la alegría es más compartida, más profunda y más viva. Todo es una historia viva de Amor, transformándolo todo, hasta la tortura, en irradiación de nueva vida en el Amor.

Nunca dejaré de estar agradecida del hecho de que al momento de yo comenzar a plasmar la teología de la luz y el modelo de formación personal yo aún no era consciente, ni tenía la más mínima idea, del abuso y tortura al que estaba siendo sometida por mis progenitores y parientes sociópatas-narcisistas. Toda la contemplación de la teología de la luz, que también puede llamarse “theology of home”, comenzó sin yo saber de la crueldad inmensa que me rodeaba. Fue la forma en que Dios Padre quiso enseñarme a crear hogar de una forma que nadie a mi alrededor podía. Así aprendí a ser profeta: profetizando con la vida el Amor de Dios encarnado allí donde hacía falta más. Jesús Caridad se convirtió en la influencia más importante de mi vida: el maestro del Corazón que me enseñó todo lo que sé y soy… y con el que me volveré a encontrar un día, cuando Él diga, y sé que puede ser cualquiera de estos días, y estoy felizmente preparada para ello.

¿En quién me quiero convertir? ¿Cómo describes tu futuro con otros? ¿Cuáles son mis planes para mí misma?

Toda teología es un dar razón de nuestra esperanza. La luz de la resurrección no deja de ser nuestra esperanza al plasmar la teología de la luz, siendo el futuro más brillante que contemplamos: un día seremos uno con el Amado, un día le contemplaremos tal cual Es y no cabrá más alegría en el corazón. La teología de la luz plasma ese encuentro en este aquí y en este ahora, en la medida en que nos plasmamos como el faro vivo de conversión que somos llamados a ser para irradiar Su Eucaristía viva, como el ícono vivo de Su haz encendido que somos llamados a ser. Mi futuro con otros, sea cual sea ese otro, pasa por ese “dar razón de nuestra esperanza”: compartir con todos la alegría y el gozo del encuentro cotidiano con el Amado, encuentro que se hará definitivo en la medida en que nos convirtamos en la luz que somos llamados a ser, en la medida en que vivamos el Cielo en esta tierra, en la medida en que sembremos más y más nueva vida que resplandece en comunión, más y más semillas del nuevo albor, sabiéndonos elegidos para irradiar una luz que nadie más irradiará, sabiéndonos enviados como apóstoles del nuevo albor para pescar con redes de caridad encendida que conectan al mundo entero en redes de caridad viva que nos mueven a un auténtico progreso, a un auténtico desarrollo que crea un mundo más humano, que crea una humanidad más familia.

En eso me quiero convertir, en la Eucaristía viva que ya soy y en el faro vivo que somos llamados a ser como familia del nuevo albor, como familia que es casa viva de conversión, irradiando más y más conversión al mundo, para que todos conozcan la alegría y el gozo tan grande de ser uno en el Amor: “que todos sean uno, como el Padre y Yo somos uno” (Jn 17:21). Me quiero convertir en el ícono vivo del Amor de Dios que somos llamados a ser como enviados a irradiar Su luz, como discípulos del nuevo albor, como profetas de la familia, pues Jesús Caridad es patrón de la iglesia doméstica y patrón de la lucha ante la destrucción de la familia por la violencia de la ideología de género, el transgenderismo y las ideologías de izquierda como el comunismo, el socialismo y el marxismo. En eso me quiero convertir: en faro vivo que irradia conversión de todo cuando nos impida resplandecer como la familia sacramental que somos llamados a ser, de la misma forma que el faro de Jesús Caridad irradia el modelo de formación personal plasmada en familia, a imagen y semejanza de la Trinidad: ayudar a ser, ayudar a hacer, ayudar a crecer, ayudar a irradiar y ayudar a florecer resplandeciendo juntos en más y más comunión.

No tengo muy claro que se supone que sea futuro para mí, pero tengo claro que camino por fe, no por visión, y aunque no vea el futuro, sí que le creo a Mikhael cuando me dice en sueños que futuro es precisamente el título de este texto: caminar JUNTOS como Él caminó. La palabra “juntos” no estaba al principio del texto, vino después. Sea lo que sea que el futuro sea, es “togetherness”, es caminar juntos como Él camino, es amar juntos como Él amó, es crecer juntos como Él nos llama a crecer, como Eucaristía viva… sea lo que sea, es juntos, es haciendo vida esta alianza que ha cambiado mi vida para siempre en historia viva de Amor: fiat lux, fiat Amor, fiat pax, fiat fraternitas… fiat mihi secundum caritatis Tuam. Hágase en nosotros según Tu nueva humanización, Tu nueva eclesialización, Tu nueva fraternización, Tu nueva evangelización, Tu nueva familiarización… Sí, todos somos llamados a convertirnos en familia misionera, en familia de discípulos, en familia consagrada, en familia que sirve a familias, en familia-faro que es casa de conversión, casa de oración, familia formadora de iglesias domésticas que hace vida Tu Orden de la Caridad, en primer lugar ordenando todo el corazón a vivir la caridad…

Por su puesto, para ser familia formadora es necesario profundizar el modelo integractivo de la formación personal a la luz de la Palabra y también a la luz de la razón… y eso también es parte del togetherness del futuro: unir mentes para establecer una estructura de formación personal que haga posible la plasmación de toda la formación personal como ícono vivo del Amor de Dios. Eso es lo que “veo” en el futuro: el desarrollo del modelo integractivo de la formación personal y la redacción de la Carta de Derechos Fraternos Universales, la Declaración de Amor Universal. Esto no tengo que hacerlo necesariamente yo, pero definitivamente es parte del “togetherness” del futuro, parte de mi servir a la iglesia doméstica como familia formadora de familias.

Otro ”togetherness” que veo en el futuro es la redacción del FamCat, el Catecismo de la Familia, de tal forma que las familias puedan formar a sus hijos en la enseñanza católica siendo los padres, como ministros sacramentales que son, como ministros de crecimiento en comunión que son, los primeros formadores en la doctrina católica, pero en una doctrina católica viva, estudiada en diálogos de preguntas y respuestas hechas de corazón a Corazón, para que los niños aprendan a encarnar la fe, no solamente a recitarla.

 Sí, sea cual sea el futuro, ese futuro es “togetherness”, es caminar juntos como Él caminó, construyendo Su reino del nuevo albor en esta tierra, haciéndolo vivo y encarnado al emprender día a día el proyecto de evangelización familiar, acogiendo nuestra misión eclesial de irradiar el Amor de Dios desde el crear hogar, desde el crear Cielo, desde el crear Eucaristía viva formándola como lo hizo la Virgen María: ayudando a ser, ayudando a hacer, ayudando a crecer, ayudando a irradiar y ayudando a florecer resplandeciendo juntos en comunión, a imagen y semejanza de la Trinidad, haciendo más y más vida la fraternidad sacramental que se nos ha sido dada para plasmar al hermano al que somos llamados a santificar como el ícono vivo del Amor de Dios que es llamado a ser, plasmando una liturgia de la luz encarnada, a la usanza del beato Charlie, al que le debo la salud de mis intestinos torturados: vivimos para esta luz, vivimos para testimoniar la luz de la resurrección plasmada viva en nuestra formación personal, como un manto de Turín vivo, como una tilma de Guadalupe palpitante… Vivimos para esta noche de luz que nos plasma como el reino de los Cielos que somos llamados a hacer presente como reino del nuevo albor donde todos puede crecer conforme a la dignidad dada por Dios para que todos caminemos juntos como hermanos, caminando juntos como Él caminó, encarnando el haz de Dios, haz de luz y haz de hacer lo que nos corresponde hacer como cristianos que caminan en la luz.

Hacer vida este proyecto de evangelización familiar ha sido el propósito de mi vida desde que elegí decir sí a la vocación de dar a luz a Jesús Caridad, y eso no cambiará en el futuro, suceda lo que suceda. Consumar esta consagración a vivir la caridad es el sentido de mi existencia, dando más y más a luz a la Palabra, dando más y más a luz a Jesús Caridad, dando más y más a luz a Su pueblo-familia del nuevo albor. Lo que sí ha ido cambiando es que he ido profundizando más y más el significado de ese proyecto, y seguramente seguiré profundizándolo más en el futuro, lo que lo convierte en una aventura apasionante: vivir para hacer vida la entrega de Su cuerpo y de Su sangre de tal forma que Su Eucaristía Viva se siga consumando a lo largo de la historia, encarnando Su historia de la salvación como historia viva de Amor. ¡Fiat Amor! Hágase en nosotros según Tu Corazón, aquí estamos para dejanos plasmar humacéntricamente, Cristocéntricamente, Amorcéntricamente, persocéntricamente y charicéntricamente como Tu ícono vivo, bendecidos por Tu haz, por Tu ternura, por Tu humildad, por Tu paz, por Tu misericordia, por Tu alegría, por Tu plenitud, por Tu nobleza…

Hasta aquí las respuestas a algunas preguntas que encarnan la teología de la luz con sencillez, como un dar razón de mi esperanza en el día a día, como una filosofía de vida que se encarna a la luz de la Palabra. Como dije al principio, no quería hacer una exposición de la teología de la luz como algo académico, sino como algo vivo, como una forma de seguimiento cotidiano al Maestro, explicando en breves palabras como somos llamados a dejarnos informar juntos, conformar juntos, transformar juntos, reformar juntos y performar juntos por la luz del Amor de Dios. Hemos de darnos a conocer como discípulos de la caridad, como discípulos del nuevo albor, en la medida en que nos convertimos en la obra viva de Amor que somos llamados no solo a ser sino a compartir con el mundo entero para que el primer anuncio siga siendo escuchado: Dios es Amor, Jesús es Caridad, que se sigue derramando a la humanidad, que desea que todos se salven, porque no viene a condenar sino a salvar, dándose a conocer como Jesús Caridad, como Cristo Amor que hace nuevas todas las cosas, toda la historia y todos los corazones, en la medida en que nos dejamos irradiar por el haz de Su Espíritu y nos dejamos transconsagrar en sacramentos de Su Amor, haciendo vida Tu alianza, que es reconstrucción, transformando todo culto a la muerte muerte y todo aborto social en irradiación de nueva vida que resplandece en el Amor al hacer vida la victoria del Amor como tierra de la libertad donde todos pueden caminar como hermanos, como tierra de la gracia que vive el encanto, como reino del nuevo albor donde todos pueden resplandecer como la estrella del Cielo que son llamados a ser.

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